• Para frutos rojos: Primero, lávalos y, cuando estén muy secos, ponlos en un plato sin amontonarlos y cúbrelos con papel de aluminio. De este modo, podrás tomarlos de forma individual y sin necesidad de estarlos descongelando cada vez que los necesites.
  • Para los cítricos: Sepáralos en gajos y listo. Lo más común es pelarlos y colocarlos separados por gajos en un plato. Una vez congelados, puedes guardarlos en pequeñas bolsas. También se puede congelar la tira entera o rallada y guardarla en pequeñas bolsas o en recipientes para añadirla a tus platos en cualquier momento. Además, el zumo también se puede congelar en un recipiente o en cubitos de hielo.
  • Frutos que necesitan de planificación previa: Las manzanas y los membrillos, por ejemplo, es mejor congelarlos una vez cocidos para evitar su oxidación. Además, los plátanos quedan mucho mejor cuando se machacan y se riegan con un chorrito de limón con antelación.
  • Cubiertos con azúcar o almíbar: Diferentes productos naturales requieren azúcar o jarabe para ser congelados. Es el caso de los albaricoques, las ciruelas o los melocotones, se lavan y se cortan en partes iguales o en diferentes porciones, se dejan secar y se cubren con una capa de azúcar o almíbar y un par de gotas de zumo de limón.

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