Consejos:

  • Observa el desorden. Antes de empezar a limpiar, no estaría de más que supieras cuál es realmente la circunstancia en tu casa. Con frecuencia, de tanto convivir con el desorden acabamos por aclimatarnos a él.
  • Ordena la mesa. Comienza por la mesa. Por regla general, las superficies planas situadas a un nivel que podamos alcanzar fácilmente con la mano son un fuerte imán para el desorden.
  • Busca un lugar para todo. Si no le das un lugar a cada cosa, difícilmente podrás mantenerlas en su sitio. Esto significa que, al descuidar nuestro hogar,  cualquier sitio es perfecto para dejar los objetos tirados, empezando por un lugar y luego por otro, pero sin estar nunca en un sitio preciso.
  • Descarta sin lamentos. El paso inicial para tener la opción de mantener todo bajo control es deshacerse de todo lo que no necesitas y que sólo ocupa espacio y hace que la organización sea molesta. Son muchas las cosas que acumulamos por pereza, y desecharlas no es tan costoso. Empieza por ellas. Deshazte de una cosa inútil cada día. Con respecto a desechar cosas que están en buen estado, pero que realmente no utilizamos, las cosas se complican. Piensa en frío.
  • Arregla tu cama. Queremos hacer grandes cambios en nuestro ser, comernos el mundo y combatir con todas las dificultades que se nos atreviesen, pero no comenzamos arreglando nuestra cama. En realidad, en la primera parte del día no tenemos casi tiempo y la compulsión de dejar la cama desorganizada es una opción viable. Sin embargo, hacer la cama es algo que requiere un par de momentos y es el factor determinante de si una habitación parece limpia o no.

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